Esto ya ha dejado de ser así, gracias a que las profesoras han mantenido un ritmo contenido y sereno para que la adaptación fuera orgánica y las emociones positivas predominaran en el ambiente. Este buen clima dentro de las aulas, en los patios, el gimnasio y los jardines del colegio, ha propiciado un marco de confianza sobre el que ya se puede construir todo lo demás.
Para conseguir esta base sólida ha sido fundamental dedicar el tiempo necesario para ir conociendo poco a poco los espacios y, sobre todo, a las tutoras y profesores especialistas que se han convertido ya en sus referentes. De esta forma progresiva, hemos visto como los pequeños iban desarrollando confianza y mostrándose cada vez más seguros, controlando los espacios y abriéndose a experimentar, con comodidad, el bienestar que les ofrecemos en nuestra escuela.
En las fotografías vemos a los diferentes cursos en una sesión de Ludilletres en el aula, descubriendo el huerto de la escuela, practicando la psicomotricidad en el gimnasio y jugando en inglés en el jardín. Éstas son ya dinámicas de una segunda fase, en la que las profesoras empiezan a introducir los aprendizajes del currículum de cada curso y a promover la interacción entre los alumnos.