Hace unos días presentamos el Programa sobre Inteligencia Emocional que el Departamento de Orientación Psicopedagógica de nuestra escuela ha creado e introducido en primaria. Se trata de la extensión natural de un programa piloto ya consolidado en infantil, en el que gracias al termómetro de las emociones y a personajes de circo con los que empatizar, los alumnos más pequeños aprenden a autogestionar sus reacciones.
El programa de primaria ha sido también creado por Begoña Cañadas junto a Mariona Aregall, ambas responsables del DOP, y se ha ajustado a dos variables: la edad de los diferentes ciclos de primaria y el tipo de emociones asociadas al contexto de pandemia, como la incertidumbre y el miedo. Además, es un programa pensado desde la Cultura de Pensamiento que trabajamos en la escuela y que, aunque empezó a implementarse en la franja horaria de las extraescolares de mediodía, ha ido permeabilizando la actividad de primaria.
Un ejemplo de ello es esta gincana que muestran las fotografías, que han elaborado en colaboración con el profesor de profesor de Educación Física, Álex Tello. Trabajando en equipo decidieron qué pruebas físicas serían las más adecuadas para que los alumnos tomaran conciencia del proceso cognitivo emocional por el que pasan y, de esta forma, aprender a trascender las emociones de forma práctica.
Así pués, la gincana contemplaba diferentes pruebas diseñadas en base al objetivo cognitivo y a la emoción que se quería trabajar por ejemplo cuando no podemos cambiar una situación, pero sí lo que pensamos sobre ella, cómo nos hace sentir y cómo actuamos.
Otras pruebas estaban pensadas para generar cierta inquietud y una sensación de inseguridad controlada, para que los alumnos pudieran reconocer ese tipo de emoción y utilizar los recursos, mecanismos y estrategias aprendidas en clase para diferenciar si un miedo es real, irreal o depende de las propias habilidades.
En cada prueba -escalada, puntería, túnel de aros, bloques de ladrillos, equilibrio y saltos-, los alumnos debían tomar conciencia de su estado emocional y hacer el pensamiento visible, a través de palabras o dibujos. A partir de identificar el tipo de emoción y su intensidad, los alumnos han podido contrarrestarlas con las estrategias aprendidas durante este curso, como es focalizar la atención hacia aspectos positivos.
En la prueba final de la gincana era muy evidente cómo las emociones positivas influyen de forma favorable en nuestras actitudes y en el consecuente resultado de nuestras acciones. Cada alumno realizaba un salto de longitud y se anotaba el registro alcanzado. A continuación realizaba un segundo salto, pero en esta ocasión era animado de forma entusiasta por el resto de compañeros… y, en todos los casos, realizaron así una mejor marca.