Un proyecto propio, con cultura de pensamiento
Nuestro proyecto educativo es muy actual y está orientado, sin dudas, a un futuro que nos ilusiona. Se basa en la propia experiencia, después de tantos años dedicados a la enseñanza, y en la métrica que nos da los buenos resultados en las pruebas oficiales de competencias básicas de la Generalitat de Catalunya y las encuestas internas que hacemos a los alumnos, en las que suelen valorar muy positivamente el ambiente tranquilo y estimulante de trabajo de la escuela. A todo esto, le añadimos la cultura de pensamiento, gracias a la cual todo el colegio es una galería de aprendizaje constante y para todo el alumnado.
Este proyecto educativo es también resultado de años de estudio, investigación, cursos, visitas y congresos, con la inquietud permanente de encontrar las mejores metodologías para nuestro alumnado y con la convicción de que una buena base durante la educación infantil es la clave. Persiguiendo este objetivo, hemos ido adquiriendo un conocimiento global y buen criterio para seleccionar lo más conveniente a largo plazo. Así, hemos incorporado la teoría de las inteligencias múltiples, los bits de inteligencias, la filosofía de Reggio Emilia, que convierte al alumno en el protagonista de su propio aprendizaje, éxitos del sistema educativo de Finlandia, siempre bien valorado en las pruebas PISA de la OCDE y la cultura de pensamiento.
Con respecto a esta última experiencia, podéis ver el siguiente reportaje sobre la visita de nuestro equipo a Florida para asistir a la International Conference on Thinking (ICOT) celebrada en Miami en 2018. Se trata de una cita clave donde se reflexiona sobre las nuevas formas de enseñar, basadas en la neurociencia y a partir del Proyecto Cero de Harvard
Que los alumnos entiendan cómo aprenden requiere un nivel de consciencia y de voluntad más alto, pero, al mismo tiempo, comporta grandes recompensas, como el placer de investigar, marcarse objetivos propios, idear las estrategias para alcanzarlos y extrapolar todo esto a nuevos conocimientos. El resultado es un aprendizaje más profundo, amplio y autónomo.
El cambio de paradigma que ha supuesto la implementación de la cultura de pensamiento transciende las aulas e impregna todo el colegio. No solo las clases, sino también los pasillos y otras zonas comunes recogen la historia de los distintos aprendizajes. Grandes murales documentan y secuencian el proceso de aprendizaje, con el fin de hacer que el pensamiento sea algo visible y consciente y, al mismo tiempo, dignificar y celebrar el aprendizaje conseguido por los estudiantes.
Esta nueva cultura de escuela motiva a los alumnos, que quieren aprender en todo momento y lugar, y les sirve de entrenamiento para desarrollar las competencias que exige el mundo actual: emocionales, comunicativas, adaptativas… Además, les convierte en pensadores inteligentes, con recursos y estrategias para afrontar cualquier situación que se les presente.